Para olvidar al ser amado.

Primero escribo su nombre en un papel con tinta de cochinilla. Añado en el centro del papel un pelo de mi pubis, una gota de sudor, una lágrima, una gota de sangre, un moco, una gota de mi orina, una lentejita de mi caca. Esa es la parte del alma que se irá con el ser amado. Lo envuelvo todo en el papel. Introduzco el papel en una cajita para anillos; la cajita para anillos la envuelvo en un pañuelo; el pañuelo lo empapo en agua que bendigo en el nombre de un dios rebelde, que dé más importancia a la libertad en vida antes que después de morir. En mi caso, elijo a la diosa egipcia de los gatos. Entierro el pañuelo durante el otoño en el jardín del patio de mi casa. El 21 de diciembre lo desentierro. Recito la letra de una canción de Garfunkel. Le digo al nombre del papel que su espíritu ya vive en otro universo, donde no puede tocarme.Y para cerrar cualquier puerta a mi universo, invoco al fuego. Llevo el pañuelo a una chimenea. Lo prendo y salgo para no respirar el humo del espíritu encerrado.


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